sábado, 1 de mayo de 2010

Ojos que no ven (o caminos invisibles)



La otra tarde tuve la oportunidad de hacer algo que nunca antes había hecho. De hecho, no pensé que era tan difícil, y tampoco me puse a pensar que pasa antes y después de que ayudas a cruzar la pista a una persona que no puede ver.


Salía del trabajo y al llegar al cruce de Benavides con la Vía Expresa, estaba esta persona. Confieso que me dio un poco de vergüenza acercarme para ofrecerle mi ayuda, pero sabía que definitivamente la necesitaba. Así la ayudé, pero había que ir a su ritmo e indicándole cualquier tipo de obstáculo cercano, cosa a la que no estamos tan acostumbrados a notar cuando caminamos. Llegamos al otro cruce y recién le pregunté adonde iba. Me comentó que iba al Parque Reducto, del cual, por suerte ya estabamos cerca, así que otro cruce y ya estabamos en el Parque. Luego me despedí y seguí caminando.


Mientras caminaba, me puse a pensar en que una persona así, tiene que esperar obligatoriamente a que alguien la ayude a cruzar la pista. Además de hacer un mapa mental de algo que nunca ha visto (en algunos casos, otros sí), para poder saber hasta donde llegar, o no perderse en el intento. Incluso, hasta me puse en su posición, y pensaba qué incómodo podría ser tener que estar en contacto con tantos extraños por necesidad. No es que no se agradezca el gesto, pero no encuentro muy grato ser tomado por sorpresa constantemente, y hasta eso puede sentirse un poco invasivo. Pero asumo, que como en todo, uno se acostumbra.


¿Y nosotros? Los que sí podemos ver por donde vamos... ¿por qué seguimos perdiéndonos?
DdC

4 comentarios:

vargasluna dijo...

no sé cómo llegué acá, pero me fue perfecto para la noche.
hace algunos años ayudé a cruzar a un ciego en la paz, que iba apurado a una recepción del club perú (o algún club de peruanos, no recuerdo), entonces le dije que yo era peruano y se alegró el doble. me dijo que quería mucho a los peruanos porque hacían esas recepciones a ciegos, que los bolivianos nunca les daban bola y otras cosas que, además de sorprenderme, me dejaron esa sensación mezcla de tristeza y alegría. en fin, fue un viaje raro y tuve más o menos la misma sesación que tú al final.
bueno, que me hiciste acordar y me acompañó tu post. gracias.

Dharma de Cádiz dijo...

Hola! Recién leo esto, que bueno que te haya gustado y que puedas compartir algo así. Bueno, estamos tan ensimismados, que hasta que no nos ocurre algo así (de cualquier índole) no nos damos cuenta de las necesidades de otros. De las variantes de las mismas, de las intensidades, etc. Y así con todo, muchos son felices.

Eres peruano, entonces?

P.E.P.E. ® dijo...

hace unos años, en cierto viaje conoci a un grupo de personas en las cuales habia una chica ciega. muy divertida ella, con un sentido del humor que ambos empezamos a prestarnos en la hora del almuerzo. riendo. hablando tonterìas...

- "tienes linda sonrisa", le dije.
- "puedes creer que nunca me la he visto? me da curiosidad...", me responde sonriendo...

me quede callado. como esa sensaciòn de "haber metido la pata". y al percatarse ella de mi silencio, muy intuitiva me pregunta (tocàndome la rodilla)...

- "tu conoces Marruecos"?
- "No...", le respondo
- "Yo si", me dice sonriendome, a lo que agrega... "viste que yo no me siento mal por eso?"

y, cagándome de risa, me dì cuenta que su visiòn de las cosas era mas clara que la mia y que nuestras necesidades, en ese momento, era algo tan simple como intercambiar sonrisas.

me hizo recordar tu post.
primera vez que ando por aqui.
gracias por el instante...
: )

Dharma de Cádiz dijo...

Hola Pepe! Qué buen anécdota! Creo que no metiste la pata, sólo que esa chica era más astuta que tú. Que bueno es ver que una persona tenga ese sentido de las cosas, creo que no deberíamos sentirnos triste, solamente es una realidad distinta. Lo distinto no es, necesariamente malo o peor. El ser humano es un ser de costumbres :)